El alguacil o alguacilillo es el agente encargado de transmitir y ejecutar las órdenes del presidente durante las corridas de toros. Suele portar una indumentaria que recuerda la de la época de Carlos IV. Forma parte de la tradición taurina, evocando la figura del «alguacil», funcionario público de carácter ejecutivo. Hacen su aparición a caballo y en pareja, realizando de forma simbólica la ceremonia de «despejo» de la plaza, dando una vuelta al ruedo, en recuerdo de cuando había que desalojar al público de la plaza pública para que pudiese comenzar el festejo sin peligro.
Los dos alguacilillos son los primeros miembros de la comitiva del paseíllo que salen al ruedo de la plaza de toros. Su cometido es, además de ejecutar las órdenes del presidente, recoger (simbólicamente) la llave de los toriles, entregar los premios a los toreros y preceder a las cuadrillas durante el paseíllo. Junto con los picadores y los rejoneadores (en el caso de las corridas de rejones), son los únicos componentes que van a caballo. En Madrid, recorren el perímetro junto a la barrera, cada uno en un sentido, hasta encontrarse en la puerta de cuadrillas (si es novillada, en cambio, atraviesan el redondel cabalgando juntos).
Una vez simulado el despejo, saludan a la presidencia, destocándose y con una breve inclinación de cabeza. Así definió su cometido Gregorio Corrochano: